Texto publicado en NavarraInformación.es (21-XI-2019)
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La sentencia sobre el Caso ERE hace pública una realidad de sobra conocida desde hace años: Andalucía, el “imperio” del PSOE histórico (el republicano primero, el de Suresnes después), ha sido también un caladero de millones para dirigentes de la izquierda referente, ahora fracturada por un Sánchez con su propia escuela. Vista la sentencia, y confirmada la lógica de que hoy la Junta de Andalucía no sea socialista, propongo una crítica sobre las reacciones vertidas desde la oposición al actual ejecutivo, culpando directamente a Pedro Sánchez.
Hace unos días escasos, el PP y Ciudadanos exigían una vuelta del “PSOE histórico”, es decir, del felipismo (ahora ‘susanismo’), para hacer una “gran coalición constitucionalista” y romper el pacto que Sánchez ha logrado con Iglesias. Vista la sentencia, populares y liberales se han lanzado al cuello del presidente, haciéndole responsable de una trama que, curiosamente, montó el mismo PSOE con el que la derecha quiere coaligarse.
El PSOE que ahora conocemos es obra de González, quien hace poco veíamos escoltado por Rodríguez Ibarra y García Page, todos ellos de la misma línea y maridados con Aznar. Todos iban en contra del actual presidente, que dicho sea, salió de las bases socialistas para combatir al susanismo, ése que tan bien cae a la Derecha.
Si esto es así, la verdadera condena a la corrupción debería dirigirse al susanismo, y no al sanchismo, que salió desde Madrid en oposición a aquél, y al que ahora acusa de una complicidad solo entendida desde el ansia de poder de quien ahora no gobierna. Y no lo hace porque una moción de censura lo apartó, y que podría haber salvado de haber propuesto una candidatura alternativa, cosa que no hizo por razones que apuntan a algo muy parecido a lo que ahora se le achaca al PSOE.
Dios me libre de justificar al socialismo y de apoyar a un Sánchez que no he votado, pero entiendo que las críticas deben estar debidamente fundamentadas. Eso sí: no cabe duda de que Pedro Sánchez, como secretario general de su partido, debe explicaciones ante la sociedad civil, como también las debería Casado por la Gürtel, la Púnica y Lezo. Y así también otros tantos dirigentes, que desde la Transición montaron un estado que les ha permitido embolsarse pingües beneficios, y que por consiguiente desean que el sistema se mantenga a toda costa. Y para eso, no falta más explicaciones.
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Fte.: Aitor Castañeda (NavarraInformación.es, 21.XI.19)
La sentencia sobre el Caso ERE hace pública una realidad de sobra conocida desde hace años: Andalucía, el “imperio” del PSOE histórico (el republicano primero, el de Suresnes después), ha sido también un caladero de millones para dirigentes de la izquierda referente, ahora fracturada por un Sánchez con su propia escuela. Vista la sentencia, y confirmada la lógica de que hoy la Junta de Andalucía no sea socialista, propongo una crítica sobre las reacciones vertidas desde la oposición al actual ejecutivo, culpando directamente a Pedro Sánchez.
Hace unos días escasos, el PP y Ciudadanos exigían una vuelta del “PSOE histórico”, es decir, del felipismo (ahora ‘susanismo’), para hacer una “gran coalición constitucionalista” y romper el pacto que Sánchez ha logrado con Iglesias. Vista la sentencia, populares y liberales se han lanzado al cuello del presidente, haciéndole responsable de una trama que, curiosamente, montó el mismo PSOE con el que la derecha quiere coaligarse.
El PSOE que ahora conocemos es obra de González, quien hace poco veíamos escoltado por Rodríguez Ibarra y García Page, todos ellos de la misma línea y maridados con Aznar. Todos iban en contra del actual presidente, que dicho sea, salió de las bases socialistas para combatir al susanismo, ése que tan bien cae a la Derecha.
Si esto es así, la verdadera condena a la corrupción debería dirigirse al susanismo, y no al sanchismo, que salió desde Madrid en oposición a aquél, y al que ahora acusa de una complicidad solo entendida desde el ansia de poder de quien ahora no gobierna. Y no lo hace porque una moción de censura lo apartó, y que podría haber salvado de haber propuesto una candidatura alternativa, cosa que no hizo por razones que apuntan a algo muy parecido a lo que ahora se le achaca al PSOE.
Dios me libre de justificar al socialismo y de apoyar a un Sánchez que no he votado, pero entiendo que las críticas deben estar debidamente fundamentadas. Eso sí: no cabe duda de que Pedro Sánchez, como secretario general de su partido, debe explicaciones ante la sociedad civil, como también las debería Casado por la Gürtel, la Púnica y Lezo. Y así también otros tantos dirigentes, que desde la Transición montaron un estado que les ha permitido embolsarse pingües beneficios, y que por consiguiente desean que el sistema se mantenga a toda costa. Y para eso, no falta más explicaciones.
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