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Texto publicado en Diario de Navarra (30-VII-2019)
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Fte.: Propia.

Si todo va como se espera, pronto María Chivite probará el plato de la presidencia socialista en La Comunidad Foral de Navarra. Como mujer, siendo la segunda después de Yolanda Barcina, y como socialista, siendo la tercera después de Javier Otano (IVª legislatura). Todo un hecho histórico, atendiendo al recorrido del PSN, que perdió sabor con aquél, y desde tiempos de Roberto Jiménez tanto más, cuando después de apuntar a Barcina con una moción de censura, le salió el tiro por la culata, y acabó por apoyar en el 2011 a su enemigo, en un gobierno de coalición al que sumaba dos balas (diputados) menos que en el 2007. Es más: fue aquél el año en que el PSN de Fernando Puras tocaba el Cielo con 12 diputados, uno más que ahora, y aunque quedó tercero, Puras planeaba presidir la Comunidad junto con la extinta NaBai e IU. Previamente ya habría gobernado Otano con la CDN de Alli y EA, ahora parte de EH Bildu. Pero el PSOE de Zapatero rechazó los planes de Puras y de Jiménez, y ambos acabaron apoyando a UPN. La Casa del Pueblo pierde clientela comicio tras comicio.

Es así que Chivite tomó en el 2014 las riendas de un PSN devorado por Podemos, un PSOE en constante vigilancia y (casi) nada de poder local. Y he aquí que socialismo, de naturaleza laica, cree ahora en los milagros: Pedro Sánchez gana una moción de censura, los ‘susanistas’ quedan fuera, Podemos se derrumba, y la izquierda no abertzale opta por volver a votar con puño y rosa. Algunos no dimos crédito.

Yo personalmente escribí en repetidas ocasiones que si los ‘cocidos madrileños’ no estaban al punto, Chivite acabaría cocinando con Na+. No hemos llegado al primer plato: la afiliación vuelve a mandar en el PSN, sirviéndole un 90% de los sufragios para su menú de gobierno con Geroa, Podemos e I-E. Recordemos que la afiliación de UPN tuvo un 70% de aprobación para su ensalada con PP y Ciudadanos, lo que también les ha dejado con hambre de votos. Chivite es chef de su cocina.

Tampoco se debe perder de vista lo evidente: Sánchez ha allanado la carrera a Chivite, que si ha ganado votos en Navarra ha sido por el toque de izquierda del PSOE, y la pimienta del votante ‘podemita’. Además, tanto en Madrid como en la comunidad vecina del Oeste, los socialistas frecuentan los ‘batzokis’; y en la del Este, han logrado los apoyos de nacionalistas e izquierdas para un Lambán a la aragonesa.

Nos disponemos pues a degustar una Navarra fiel al marco jurídico actual, primordialmente castellanohablante pero con toques euskaldunes, plural y atenta a las necesidades sociales de comensales vulnerables. Y lo más importante: en plato de un autogobierno milenario al que por fin se adapta el PSN, que es hoy más autónomo (y autonomista) que nunca. 

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