Carta abierta a Maria Eugenia Arrizabalaga

Texto publicado en Noticias de Gipuzkoa (20-IX-2019)
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La juntera guipuzcoana de EAJ/PNV M.ª Eugenia Arrizabalaga, nos refrescó a ciertos internautas con una entrada en su blog Una cuestión incómoda, donde señalaba a nuestra sociedad como individualista, que venía a derretirse en un riachuelo que corre por esa senda que el pensamiento moderno llama “filosofía líquida” (término no mencionado por ella). Esa liquidez nos llevaría según el texto a un incómodo desemboque en la mar española. Un fenómeno que los ‘txapelaundis’ del Bidasoa – Baroja y compañeros – ya vaticinaban a principios del s.XX: la exigua personalidad de las naciones sin estado se ahoga con facilidad en los pantanos liberales.

Quisiera sin embargo subrayar que seguimos culpando – si se puede hablar así – al remolino español(ist)a de esa asimilación que se planea por diversos cauces – y en el texto de Arrizabalaga, también al remar de EH Bildu –. Yo me pregunto si ha habido alguna estructura de estado en la Historia que no haya buscado su unificación/asimilación territorial – el propio Reino de Navarra nos asimiló en origen a los guipuzcoanos, para después hacerlo Castilla, y por fin, Gipuzkoa a Navarra con Castilla –. Pero sin justificar eso mismo, me es curioso que la autora no mencione que Euskal Herria lleva décadas tirando su demografía por la borda, algo que ni siquiera un 20% de tripulación nacida entre inmigrantes corregirá. O que Euskadi es cada vez más vieja, y no existen posibilidades reales de abordar una hucha de pensiones propia y sostenible. Que a lo anterior hay que sumarle un barco con poco más de dos millones de personas y una economía ahora mismo anclada. Y todo ello, no (solo) por la tormenta española, sino porque buena parte de nuestra sociedad navega en el océano de la más profunda indiferencia sobre todo lo que aquí se ha dicho.

Vuelvo a aquel texto para subrayar que la juntera acertó en señalar al indivisualismo como la brújula que desorienta a Euskal Herria y a todo Occidente – pues éste es, no se olvide, el norte fundamental del liberalismo, del sistema capitalista –. Empecemos pues por recuperar ese norte, nuestra propia casa, y procuremos no mentar a nadie en cuanto sea competencia nuestra llegar a buen puerto.

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