Carta publicada en La Nueva España (8-VII-2020)
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El desafortunado disparo dialéctico de Vox a la consejera Berta Piñán por realizar una intervención parlamentaria en asturiano, ha salido por la culata: la reacción del hemiciclo ha sido aprobar que la llingua pueda utilizarse ahora en la Junta General, en igualdad con el castellano. Todos los grupos, salvo Vox, lo han apoyado, aunque también se ha abstenido el PP, el mismo que solicitó durante la intervención de Piñán una traducción castellana. No solo queda en evidencia que el argumento de la “barrera lingüística” no tiene aquí ningún sentido (la similitud de los dos idiomas es casi absoluta), sino que deja en relieve la torpeza intelectual de quienes se han posicionado en contra por razones de comprensión.
Al hilo de lo expuesto, no sobra recordar que recientemente se ha podido ver a Javier Ortega-Smith paseando calles vascas en campaña, alegando que los éuskaros hablan un idioma “inventado”, y propone disolver la Real Academia de la Lengua Vasca. De paso, las envestidas contra el catalán son ya una constante, también en el PP: la misma Cayetana Álvarez de Toledo, quien se erigió a sí misma diputada por Barcelona, se congratula de desconocer la lengua de Pompeu Fabra, cuando habla perfectamente inglés y francés. Y cuando la formación de la Marquesa se hizo con la alcaldía de Huesca (con el apoyo de Ciudadanos y Vox), una de sus primeras medidas fue retirar la señalética en aragonés, por considerarla ofensiva.
Queda más que claro que un sector de la derecha no ha cambiado su óptica sociocultural de España desde hace 40 años, apelando a un aperturismo y a una universalidad que desde luego le queda muy lejos. Al menos si nos fijamos en Piñán, escritora y miembro de una Academia de la Lengua Asturiana fundada por el mismos Jovellanos, uno de los primeros ilustrados de España. ¿Tal vez también fuera separatista?
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Fte.: La Vanguardia
El desafortunado disparo dialéctico de Vox a la consejera Berta Piñán por realizar una intervención parlamentaria en asturiano, ha salido por la culata: la reacción del hemiciclo ha sido aprobar que la llingua pueda utilizarse ahora en la Junta General, en igualdad con el castellano. Todos los grupos, salvo Vox, lo han apoyado, aunque también se ha abstenido el PP, el mismo que solicitó durante la intervención de Piñán una traducción castellana. No solo queda en evidencia que el argumento de la “barrera lingüística” no tiene aquí ningún sentido (la similitud de los dos idiomas es casi absoluta), sino que deja en relieve la torpeza intelectual de quienes se han posicionado en contra por razones de comprensión.
Al hilo de lo expuesto, no sobra recordar que recientemente se ha podido ver a Javier Ortega-Smith paseando calles vascas en campaña, alegando que los éuskaros hablan un idioma “inventado”, y propone disolver la Real Academia de la Lengua Vasca. De paso, las envestidas contra el catalán son ya una constante, también en el PP: la misma Cayetana Álvarez de Toledo, quien se erigió a sí misma diputada por Barcelona, se congratula de desconocer la lengua de Pompeu Fabra, cuando habla perfectamente inglés y francés. Y cuando la formación de la Marquesa se hizo con la alcaldía de Huesca (con el apoyo de Ciudadanos y Vox), una de sus primeras medidas fue retirar la señalética en aragonés, por considerarla ofensiva.
Queda más que claro que un sector de la derecha no ha cambiado su óptica sociocultural de España desde hace 40 años, apelando a un aperturismo y a una universalidad que desde luego le queda muy lejos. Al menos si nos fijamos en Piñán, escritora y miembro de una Academia de la Lengua Asturiana fundada por el mismos Jovellanos, uno de los primeros ilustrados de España. ¿Tal vez también fuera separatista?
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