Texto publicado en Diario de Navarra (16.VI.2019)
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Era de esperar: las fuerzas del Cambio (ya consumadamente pasado) no han resistido, y el socialismo navarro no ha cumplido posiblemente las expectativas de los antiguos ‘podemitas’ que lo votaron: ni una sola alcaldía para EH Bildu o Geroa Bai contando con el PSN, quien después de acaparar cuota mediática en Navarra y España, ha optado por hacer cosas tan llamativas como votarse a sí mismo en Pamplona –a ocho concejales de distancia con Navarra Suma (Na+) y a dos de Bildu–, o en Estella, donde no sumaba más que tres. La escasa autoridad moral –y aritmética– con la que se han votado, facilitando la alcaldía de las derechas por mayoría simple, y la forma en que después han enfeado a la oposición decretando que su ‘cruzada’ contra la derecha no ha sido posible porque ni Bildu ni GBai han querido apoyarla, se asemeja a los mejores episodios de la novela del Dr. Jekyll. Más aún habiéndose servido de las mayorías otorgadas por Na+ e independientes en localidades como Huarte, donde el PSN no sacó más que una concejala, que es ahora sorpresivamente alcaldesa... Explicar estas jugadas tanto a sus votantes como a toda la ciudadanía no va a ser sencillo, y más habiendo crecido a costa de la izquierda rupturista que venía de Podemos.
Con todo, este tipo de sucesos deben llevar al votante medio a entender dónde se sitúa cada cual respecto a los problemas. Si en Navarra el ‘problema’ dominante es la identidad, también es necesario comprender que el posicionamiento de la izquierda socialista es la Constitución, y que por lo tanto, poco o nada tiene que pactar con “los vascos” (Bildu, GBai o el propio I-E), aunque lo declaren o insinúen. Chivite, como así Esporrín y antes Jiménez, se sienten mucho más cómodos compitiendo, pero a la vez ayudando, a partidos cuyos principios políticos son como los suyos, aunque desde la derecha. Más todavía que con otros a quienes no se parecen en nada, ni por la pretensión anexionista ni por el modelo social que desean. Esto debe quedar claro desde ayer, y sobre todo de cara a la conformación del nuevo ejecutivo regional: ni “progreso” es abrirse a pactar con abertzales, ni “izquierda” supone cohesión de diferentes, ni nacionalismo es sinónimo de ETA –aunque todo esto, según en qué sectores, sea discurso estéril–. PSN es PSOE, y hará en Navarra lo que dicte el PSOE. Lo demás, son proyectos que ni existen ni concuerdan con la realidad navarra, hoy por hoy, y como en décadas, foral y constitucionalista.
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Fte.: Navarra.com (El Español)
Era de esperar: las fuerzas del Cambio (ya consumadamente pasado) no han resistido, y el socialismo navarro no ha cumplido posiblemente las expectativas de los antiguos ‘podemitas’ que lo votaron: ni una sola alcaldía para EH Bildu o Geroa Bai contando con el PSN, quien después de acaparar cuota mediática en Navarra y España, ha optado por hacer cosas tan llamativas como votarse a sí mismo en Pamplona –a ocho concejales de distancia con Navarra Suma (Na+) y a dos de Bildu–, o en Estella, donde no sumaba más que tres. La escasa autoridad moral –y aritmética– con la que se han votado, facilitando la alcaldía de las derechas por mayoría simple, y la forma en que después han enfeado a la oposición decretando que su ‘cruzada’ contra la derecha no ha sido posible porque ni Bildu ni GBai han querido apoyarla, se asemeja a los mejores episodios de la novela del Dr. Jekyll. Más aún habiéndose servido de las mayorías otorgadas por Na+ e independientes en localidades como Huarte, donde el PSN no sacó más que una concejala, que es ahora sorpresivamente alcaldesa... Explicar estas jugadas tanto a sus votantes como a toda la ciudadanía no va a ser sencillo, y más habiendo crecido a costa de la izquierda rupturista que venía de Podemos.
Con todo, este tipo de sucesos deben llevar al votante medio a entender dónde se sitúa cada cual respecto a los problemas. Si en Navarra el ‘problema’ dominante es la identidad, también es necesario comprender que el posicionamiento de la izquierda socialista es la Constitución, y que por lo tanto, poco o nada tiene que pactar con “los vascos” (Bildu, GBai o el propio I-E), aunque lo declaren o insinúen. Chivite, como así Esporrín y antes Jiménez, se sienten mucho más cómodos compitiendo, pero a la vez ayudando, a partidos cuyos principios políticos son como los suyos, aunque desde la derecha. Más todavía que con otros a quienes no se parecen en nada, ni por la pretensión anexionista ni por el modelo social que desean. Esto debe quedar claro desde ayer, y sobre todo de cara a la conformación del nuevo ejecutivo regional: ni “progreso” es abrirse a pactar con abertzales, ni “izquierda” supone cohesión de diferentes, ni nacionalismo es sinónimo de ETA –aunque todo esto, según en qué sectores, sea discurso estéril–. PSN es PSOE, y hará en Navarra lo que dicte el PSOE. Lo demás, son proyectos que ni existen ni concuerdan con la realidad navarra, hoy por hoy, y como en décadas, foral y constitucionalista.
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