Texto publicado en El Correo (21.IV.19) y El Diario Vasco (22.IV.19)
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Una de las últimas propuestas del Partido Popular para el día de las elecciones generales es la de abrir la puerta a la devolución competencial de las comunidades autónomas que lo deseen. La medida, anunciada para bien y para mal como una vuelta a la recentralización, resulta conveniente: cabe recordar que aunque la mayor parte de la deuda pública proviene del Estado, la mayoría de las comunidades autónomas no son sostenibles -hay que rememorar la aseveración del economista catalán Niño-Becerra, quien interpreta que las mismas fueron diseñadas desde lo político, sin tener en cuenta su viabilidad económica-. Basta saber que a día de hoy únicamente cuatro regiones -las dos forales, Castilla y León y La Rioja- están fuera de los fondos de ayuda estatal FLA y FFF. Si España quiere llegar al próximo año 2020 a un déficit cero, la devolución es esencial, lo cual implica también que las comunidades que cumplen deberán tener cada vez más posibilidades de autonomía por la rentabilidad que generan en una Europa que va camino de ser más de las regiones que de los Estados. ¿Serán todas las derechas igual de coherentes a la hora de transferir las competencias que nos faltan como ley orgánica que es el Estatuto de Gernika si llegan a gobernar?
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